LOS INVISIBLES Y LOS TESTIGOS INCÓMODOS

Heraldo de Aragón 11 de septiembre de 2015.

“¿Qué tal te encuentras? La gente estaba esperando a conocer a ese periodista” La frustración de un activista saharaui se transmite al otro lado del teléfono cuando le confirmo que me expulsan de Marruecos y no me dejan volar desde el aeropuerto de Casablanca hasta El Aaiún, capital del Sahara Occidental. He sido objeto de una restricción ilegítima a mi derecho a circular libremente (artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). Antes de que me comunicaran la decisión verbal no había pasado ningún control fronterizo porque para Marruecos el Sahara es parte de su territorio y el acceso oficial ante las autoridades marroquíes iba a tener lugar en El Aaiún. Una jurisdicción que ningún estado del mundo le reconoce después de casi 40 años de ocupación. Sin embargo, las verdaderas víctimas han sido los saharauis quienes han visto como al frustrarse el viaje que realizaba con el foto-periodista Gervasio Sánchez no podrán contarle lo que sucede a diario en el territorio. Se les ha privado de su derecho de reunión y libertad de expresión. Marruecos vende el cuento de los avances en derechos humanos y España se lo compra. Son muchos los españoles que han sido expulsados. Este verano unos jóvenes vascos y en febrero unos canarios. La respuesta del nuestro gobierno sobre la expulsión de los canarios fue que “España ve con satisfacción los avances realizados por Marruecos en materia de respeto de los derechos humanos en el Sahara Occidental, …, las situaciones que afectan a los españoles que visitan el territorio del Sahara Occidental son seguidas por nuestras representaciones consulares y diplomáticas, al objeto de prestar la debida atención.” Con tanta satisfacción que acaba de conceder la Gran la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a Mohamed Hassad, Ministro de Interior marroquí a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, así que hay pocas esperanzas de que se formule ninguna queja diplomática. Una tradición española la de condecorar a los victimarios: Zapatero impuso la Gran Cruz de Isabel la Católica al general Hosni Benslimane, jefe de la Gendarmería marroquí y reclamado por Francia por el secuestro y asesinato en París de Ben Barka, opositor al rey Hassan II, y este año el Ministerio del Interior ha condecorado al jefe de la Policía antiterrorista, Abdelatif Hamouchi, acusado de torturas. La principal perjudicada de la expulsión es la hospitalidad saharaui: los saharauis son agredidos en la calle por expresar pacíficamente sus opiniones a favor de la libre autodeterminación y ni tan siquiera se les permite recibir invitados en sus casas para trasladar al exterior la situación real que se vive como consecuencia de la ocupación. Marruecos es culpable del más alto crimen en materia de derecho internacional: la agresión. La Resolución 34/37 (1979) de Naciones Unidas condenó y calificó de deplorable la invasión total del territorio que desarrollaba Marruecos en ese momento, acusándole de agravar la situación y, por lo tanto, de ser culpable del conflicto. La Resolución 3314 (XXIX) dedicada a la definición de la agresión la conceptualiza como “…la invasión o el ataque por las fuerzas armadas de un Estado del territorio de otro Estado o toda ocupación militar, aun temporal, que resulte de dicha invasión o ataque…”. Para el majzen el tema del Sahara Occidental es una línea roja de su política y la Comunidad internacional tolera y fomenta su accionar al respecto. Por un lado, con indiferencia, casi nadie recuerda estos días a los 150.000 saharauis refugiados que permanecen en los campamentos de Tinduf (Argelia) y que si pudiesen llegar a España podrían acceder a ese estatuto que reclaman los sirios. Una línea roja trazada gracias a la financiación de la Unión Europea que promueve acuerdos comerciales que permiten el despojo de los recursos naturales del pueblo saharaui y dota de fondos al Reino de Marruecos con el que comprar unas armas, entre otros, a España y que luego serán utilizadas contra ciudadanos saharauis para que este orden  de cosas no se altere. Todos los Gobiernos españoles desde la dictadura hasta hoy han fomentado esta situación y los partidos que los sostienen han pasado de rasgarse las vestiduras por el pueblo saharaui, cuando están en la oposición, a convertirse en defensores de Marruecos e incumplidores de las responsabilidades jurídicas de España como potencia administradora del territorio, cuando acceden a las instituciones. Este verano el conflicto de los refugiados de Siria nos ha recordado que el poder de una imagen puede cambiar algo una situación injusta. Esta es la razón de que se impidiera el viaje a las zonas ocupadas: dificultar el trabajo de un foto-periodista independiente y los intentos de romper el bloqueo informativo de un conflicto, a pesar del interés que despierta el conflicto en miles de españoles que se resisten a romper los lazos y vínculos que nos unen con el pueblo saharaui.

 

Luis-Alejandro Mangrané Cuevas

Abogado y miembro del Observatorio Aragonés para el Sahara Occidental