Dajla, antigua Villacisneros, situada en el extremo de una estrecha península es una cárcel a cielo abierto con un solo acceso a la ciudad por carretera, como la prisión de Tauorta que se encuentra antes de entrar pero sin muros. 40 años de ocupación tras el abandono español. En 2015, los saharauis celebran el décimo aniversario de la intifada o alzamiento pacífico contra Marruecos. Una empresa española celebra sus diez años de aventura empresarial acarreando adictos al kitesurf. Los saharauis ni se pueden acercar a las zonas de acampada en las que se alojan estos turistas, muchos son españoles preocupados solo por sus bronceados o las cabriolas en el aire que ni se inmutan por estar en un territorio sujeto a ocupación militar. Los saharauis no tienen dinero para pagar esa excentricidad deportiva y es que el trabajo les está prohibido. No pueden entrar en los invernaderos de tomate cherry, donde miles de colonos marroquíes, cuidan unos cultivos que luego llegarán a los mercados europeos. Tampoco pescan en los barcos ni acceden a los almacenes industriales en los que se manipula el pescado, pulpo… antes de ser enviado a Agadir, donde se perderá la pista de su origen y llegará a Europa u otros destinos como si procediera de Marruecos en lugar del Sahara Occidental. Las asociaciones de agricultores y pescadores españoles damnificados por estas importaciones deberían reaccionar contra esta competencia desleal en la que se ven perjudicados por una ventaja competitiva adquirida en contra del Derecho Internacional y en la que el etiquetado y publicidad son engranajes esenciales del proceso por el que se escamotea de sus recursos al pueblo saharaui. ¿Que ocurre con los aranceles cuyo pago es evadido al hacerse pasar como marroquí producto que es saharaui y que no puede beneficiarse de los acuerdos internacionales UE-Marruecos? Los saharauis que protestan contra este estado de cosas lo hacen en soledad ante el desamparo internacional. De nuevo, el Consejo de Seguridad renovó el pasado mes de abril la misión de la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) sin dotarle de competencias en materia de derechos humanos. Hace años que no pasa un periodista por esta ciudad. El pasado 11 de mayo acudí, como observador internacional, a un juicio contra jóvenes saharauis encarcelados por participar presuntamente en protestas y manifestaciones. El Tribunal estaba rodeado completamente por diferentes cuerpos policiales y de seguridad marroquíes. Solo dos familiares estaban en la sala, a los saharauis no se les permitió acercarse al Tribunal ni entrar en el juicio violándose, entre otros, el derecho a un juicio publico. Uno de ellos, muy joven se quejaba amargamente de que tenía exámenes y que no iba a poder asistir por estar en prisión. Dajla es un excelente espejo del Sahara Occidental: rica en recursos naturales y varada en el tiempo ante la inacción de la Comunidad Internacional. La desgracia de los saharauis es que su metrópoli fuera España. Pese a ello hay enamorados de España como Mohamed Fadel Semlali, musulmán y discapacitado, conocido como Bouh, Presidente de la Asociación de Discapacitados de Dajla y que cuida con coraje de la Iglesia católica de la ciudad como ejemplo del legado cultural español frente a los ataques de las autoridades de ocupación. Hasta el Vaticano niega la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, una prefectura apostólica diferenciada de la de Marruecos. Bouh se desplaza por la ciudad en su coche escuchando la radio española, atento a los acontecimientos internacionales y de la metrópoli. Recientemente escuchó que un juez español de la Audiencia Nacional dictó auto de procesamiento contra once altos cargos marroquíes por genocidio contra el pueblo saharaui. En la larga travesía del desierto del pueblo saharaui por la descolonización y contra la opresión, esta decisión judicial, en lugar de los habituales espejismos políticos, se convierte en un providencial pozo de agua en el camino.