La dimensión del verso en la historia saharaui. Apuntes para una antropología política de pasado y presente

Índice

 

Bahia Mahmud Awah[1]

Escritor y poeta

Profesor honorario antropología social Universidad Complutense de Madrid

 Al pasado en su largo proceso de evolución en la vida de los pueblos y su cultura, evidentemente lo sostiene el presente y lo refrenda el futuro. Ningún pueblo pudo sostener y guardar su historia a lo largo de cualquier proceso por el que haya pasado sin esos valores antropológicos propios de su cultura e identidad. Y si hablamos desde esta vertiente social cuando se escucha, el nombre del Sahara Occidental, o el gentilicio saharaui, al menos los que conocen esa identidad histórico cultural, lo primero que se les dibuja en la mente es un hombre moreno de rasgos afro árabes, vestido de darraa[2] y con su negro turbante, una mujer vestida de melhfa[3], una jaima[4] oscura de lana de camello, nombres de ciudades o regiones geográficas. También algún otro factor muy característico de los saharauis como la lengua castellana y su común historia de un siglo con España. Luego, en este cuadro identitario, se mezclan otros ingredientes antropológicos que son propios de esta cultura, tales como la música afrohasania o el habla que deriva del árabe clásico, el bereber antiguo y las lenguas senegalesas.

Y si escarbamos en el pasado para visualizar en el presente cultural y de idiosincrasia saharaui, nos hacemos esta interrogante: ¿dónde ha quedado el registro de identidad y relación con esta geografía, que plasmaron eruditos y poetas en sus obras? Lo más probable es que aparecieran en nuestra memoria nombres de obras, eruditos, poetas y personalidades de la historia anticolonial para exponernos fidedignos datos sobre la antropología de esta sociedad que tiene como esencia el pueblo saharaui.

Y aquí no cabe duda alguna de los históricos sabios que estudiaron en su obra la antropología sociocultural y política del conjunto saharaui. Chej Mohamed Elmami, por excelencia fue erudito y poeta que vivió entre 1792 y 1865, con su obra cumbre, un tratado sociológico llamado Quitab Albadia (Libro del nomadeo), que nos ha aclarado muchas interrogantes sobre el pasado antropológico, como identidad de la sociedad saharaui. España en su época en el territorio ignoró la secular obra de este erudito en la que el sabio estudió y explicó el tejido del secular estado saharaui, que existió mucho antes que el territorio fuera dominado por la potencia colonizadora en 1884, sus límites geográficos, sus pobladores, su organización político militar, representada en una asamblea llamada “Mano de los Cuarenta”, y su literatura que ostenta con base gramatical la variante dialectal afro árabe bereber encarnada en la lengua hasania o alhsaniya. El decano de los poetas saharauis, el erudito Badi Mohamed Salem, señala sobre la dimensión del verso en la Historia de la cultura saharaui: «La poesía es fundamental para la lengua hasania, y para la identidad saharaui. Si hay un arma eficaz en hasania, es la poesía; en ella encontramos el más alto grado de arenga, el más alto grado de enemistad, así como la sátira para expresar sentimientos de miedo, o necesidad de protección, y también encontramos la historia del pasado saharaui». Cuenta el poeta y erudito Badi Mohamed Salem una anécdota registrada en la literatura clásica árabe, y por la que el poeta preislámico Imru Kais predijo en unos versos algún pasaje del Corán mucho antes que los versículos emanaran al profeta Mahoma. Y alguien preguntó a Mahoma sobre este caso, según contaba Badi en estos términos: «Imru Kais dijo en estos versos: “Quién no encuentre agua, con arena hará sus abluciones”. Y dicen que respondió Mahoma, que la paz sea con él: “Maldigo a Imru Kais, porque dijo la norma antes de que ésta descendiera del Cielo”. Porque el permiso para la ablución con arena le fue revelado a Mahoma y el poeta es anterior a este profeta. Le preguntaron al profeta: “¿Y cómo es posible?, ¡Oh profeta de Alá!”. Y Mahoma respondió: “La mente es profética”».

Siempre han aparecido y se han contado historias sobre la envergadura de una talaa[5] o un gaf en la historia de la literatura saharaui. Y lo cierto de todo esto es que el verso saharaui escrito en hasania cobra su específica filosofía por el rigor descriptivo y fidelidad con el que se ha escrito a lo largo de los siglos. Se sabe que el verso desde la Grecia antigua ha sido el registro más fiel del pasado.

Hace unos años pregunté a Sidi Mohamed Uld Laab -octogenario notable ilustrado en la antropología saharaui- por el año en que nació, y basándose en su registro de memoria que relaciona su año de nacimiento con fenómenos climatológicos, me respondió: “Si te lo digo sin explicártelo es difícil que tú lo entiendas”. Y al responderme con el nombre del año en que nació, me dijo: “Nací en عام لمطرف Am Lamtarfa”. Y al preguntarle por qué le llamaron Am Lemtarfa, sabiendo que tiene relación con su tiempo y circunstancias sociales y climatológicas, me explicó que era un año en el que cayeron muchas lluvias en el territorio y se llenó una charca muy conocida que llamaban Lemtarfa, vocablo en hasania que tiene la acepción de “la extensa”, de donde derivó el nombre de ese año que debía ser con aproximación hacia 1929, en el que las lluvias fueron abundantes en todo el territorio.

Y de esta antropología social y cultural popular que anida en la memoria de la gente me respondía, con otra pregunta, el poeta saharaui Bachir Uld Ali Uld Abderraham, al interrogarle por la fidelidad cultural del poeta en su verso: “¿Quién ha podido conocer a Leila para refrendar o creer en la singular belleza que ha descrito Imru Kais? Su belleza sólo la pudo conocer aquel mozo poeta que perdió el sentido por ella; ese sí, porque su beldad le llenó la vista y el corazón”. La respuesta del poeta, con matices, era rotunda para responder mi pregunta. Y prosiguió Bachir explicándome acerca de la fidelidad del verso para la antropología de cualquier nación o pueblo. “Fíjate que a nosotros, cientos de años más tarde, nos sigue seduciendo la belleza de esa mujer, gracias a la fuerza descriptiva que nos dejó Maynun Laila, Kais[6] en sus más inquisitivos versos de amor”. Y en esta leyenda, y gesta del amor convertida en una de las maravillas de la literatura universal, se evidencia que el verso en la memoria es un irrefutable y fiel condensador de la exquisitez en la literatura universal. El pensador y poeta español Miguel de Unamuno sintetizó esa teoría del verso en la memoria con estas estrofas de su largo poema “Me destierro a la memoria”:

Me destierro a la memoria,

voy a vivir del recuerdo.

Buscadme, si me os pierdo,

en el yermo de la historia (…)

Cuando me creáis más muerto

retemblaré en vuestras manos.

Este preámbulo reseña de la excelencia del verbo en su mejor trato literario en la solemnidad, me lleva a dos leyendas del verso en la literatura, aún vivas en la historia investigada de legna[7] saharaui. De estas vivas leyendas destacaría la del errático poeta tirseño Abdalahi Uld Emreizig, que vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su más incuestionable rastro y huellas como gran poeta, aparte de sus inmortales versos que heredó el legado cultural saharaui, son los topónimos geográficos que dejó en la geografía de Sahara Occidental, como Fadret Uld Emreizig, el Valle de Uld Emreizig en la región de Tiris, o las colinas de Alus donde estuvo este poeta viviendo y a la vez ejerciendo de herrador de caballos; hoy la gente señala estas colinas con el nombre y la historia de este poeta. Y para hablar de la fidelidad del verso en la antropología saharaui quizá el mejor ejemplo que podríamos encontrar sea esta historia que encierra una leyenda verídica sobre el verso y el poeta saharaui. El agua en el desierto siempre fue y sigue siendo un don de incalculable precio, sea como fuera, salada o dulce. Abdalahi Uld Emreizig escribió unos versos sobre un pozo que frecuentaba en su juventud y del que pocos conocían su emplazamiento. Pero muchos años después de su muerte nadie supo localizar ese pozo al que el poeta cantó en unos versos casi desaparecidos hoy en día en la memoria de la gente. La búsqueda del pozo de agua dulce dio mucho dolor de cabeza y tanto que hablar en aquellos tiempos de bauaha[8], hasta que un día alguien, en una inesperada charla entre beduinos, recitó sin ninguna intención relacionada con la búsqueda del pozo, aquellos versos del poeta, que permitieron la inmediata localización del pozo, ubicado en la actual localidad de Bir Lehlu.

Y en este contexto de la inmortalidad del verso en la Literatura e Historia saharaui, se cuenta que una mujer se enfadó con su marido. El esposo, al someterse al rito tradicional de reconciliación matrimonial después de la discusión o el desencuentro, para recuperar la relación, en seguimiento de esa doctrina cultural, ofreció a su esposa una اتعركيب taarguiba[9]. El gesto se hace a través de personas de mucho respeto y de prestigio, que sean amigos o familiares. Pero la mujer, ante los intermediarios de reconciliación en esta historia que nos ocupa, impuso una inequívoca condición, que sólo aceptaría la reconciliación si se le dedicara, en exclusividad, una talaa. Preguntándole la gente por qué prefirió un extenso poema más que una taarguiba, ella respondió: “El camello se sacrifica, se consume y no será más que la historia de un festín; sin embargo el poema seguirá vivo eternamente mientras la sociedad vele por su memoria”; así se evidencia la dimensión del verso en la antropología histórica de la cultura saharaui. En resumen, Unamuno dijo en este contexto: “Cuando me creáis más muerto retemblaré en vuestras manos”.

El hombre primitivo dejó clarividentes huellas en la tierra saharaui, rastros que la sociedad respetó y predicó en su cultura, considerándolos como interpretativas huellas del pasado y señales muchas veces consideradas como un mensaje que se vincula a la divinidad suprema. Y claro, en el territorio se hallan muchos de esos rastros físicos: espíritus ocultos como eynun[10], las estelas funerarias primitivas o acrópolis de poetas, santones y guerreros de siglos pasados en la Historia saharaui. La región de Tiris acaudala muchas de estas leyendas, en ocasiones consideradas meras ficciones y tradiciones que se han ido transmitiendo a través del verso de generación en generación hasta hoy en día. Pero en realidad son milenarios y ricos ingredientes de narrativas y leyendas, que han ido engrandeciendo la literatura y su contenido social a lo largo de muchos siglos. En la década de los años 1960 vi por primera vez el monolito llamado الشيف ولد اعطي Ashayef Uld Ataiya, que estaba situado al oeste de la región de los montes de Auserd, en el sur del territorio saharaui. El monolito medía aproximadamente de seis a siete metros de largo, con un grosor que se aproximaba a la medida del largo de un brazo, y con una superficie llena de jeroglíficos antiguos y marcas antropológicas que usaban los nómadas para marcar sus posesiones de ganado. Acompañaba a una anónima tumba, que se cree que es la de Uld Ataiya. Además el monolito era, por su altura, una inequívoca referencia que los nómadas usaban para orientarse cuando eran azotados por inesperados vendavales en esa naturaleza tan a menudo hostil. En el año 1974 la metrópoli española lo excavó con su maquinaria y fue trasladado de su emplazamiento original, a la ciudad peninsular de Dajla, antiguo Villa Cisneros. Y allí lo anclaron, en el verano de aquel año, en la plaza principal de la ciudad como un atractivo turístico; aún lo veo en mi memoria, sujetado por tensos cables de acero en el centro de la plaza.

En 1976, al abandonar España la ciudad de Dajla y ocuparla Mauritania durante más de tres años, el nuevo gobernador no sabía nada acerca de la historia de aquel monolito que vio anclado en esa plaza. Pero según se cuenta, el propio gobernador soñó durante tres noches seguidas con varios espectros que lo levantaban en su sueño y le pedían que devolviera el monolito a su lugar original en Tiris; y si no procediera de inmediato a hacer caso a ese llamado, él y su gente vivirían mucho dolor en su aventurera incursión en el territorio saharaui. El gobernador, una persona muy creyente como todos los mauritanos, conmovido por la revelación de su sueño, convocó en audiencia a unos notables saharauis que trabajaban en la administración ocupante y les preguntó qué sabían sobre la historia de ese llamado monolito Ashayef Uld Atiya. Y ante la explicación detallada que le presentaron sobre el monumento, el gobernador les reveló el sueño que le azotó aquellas tres noches. Tras la reunión con los notables decretó a sus subordinados que trasladaran el monolito Ashaif Uld Atiya al lugar de donde España lo había traído. Enseguida la obra de vuelta se hizo efectiva; y durante el traslado el monolito se partió por la mitad. Finalmente se dejó en su emplazamiento original; una parte anclada en su lugar de referencia y la otra parte tumbada sobre el suelo, al lado de la mitad erguida en el lugar. Mauritania, pocos meses más tarde, abandonó la guerra, pactando un acuerdo de paz con el Frente Polisario, aún vigente entre los dos estados y nunca más se derramó sangre entre los dos pueblos. Esta historia ejemplifica el registro oral y la dimensión del verso en la historia cultural saharaui. Y siguiendo la memoria de la historia saharaui en el verso, el monolito de Ashaif Uld Atiya una vez más queda en la memoria y su historia transmitida de una generación a otra, como podemos observar en este gaf, compuesto en los años setenta del pasado siglo por la poetisa saharaui Tfarrah Mint Moishan, sobre aquella roca tan alta, pretérita, curiosa y referente en el acervo cultural saharaui.

لزم الشايف لشكى      كان اف تيريس متمونك

و اليوم الي للل لشك     عاد اف لبلاس مودورك

 Con razón el monolito Ashayef

debió sentirse dolido.

En Tiris antes posaba cómodo

y hoy a Dios se queja,

encadenado en esta plaza.

Para algunos observadores occidentales o árabes, el proceso en el que están inmersos los saharauis puede resultar incluso a veces monótono y sin evolución. Se debe al carácter pacífico de este pueblo, a pesar del dolor, la sangre que corre y la pérdida de vidas que subyacen en el conflicto desde hace más de tres décadas. Sin embargo para el saharaui la convicción en su derecho es inquebrantable e irrenunciable. Y las ansias de vivir para poder verlo llegar a su buen puerto son enormes y profundas en la conciencia colectiva. Todos lo ven como una consecución y la propia filosofía de la sociedad concibe que tarde o temprano llegará a su ansiada meta. El secreto de este sentimiento entre los saharauis anida en el pasado con la infalibilidad y filosofía de padecer por lo irrenunciable, que ancestros, eruditos y poetas consagraron en sus versos, leyendas, proverbios y adagios, como reza el refrán المتبوع ملحوك“quien es perseguido será alcanzado”.

El registro de la historia saharaui en el verso ha ido siempre paralelo a las antiguas obras de los eruditos saharauis del siglo XVIII y XIX; obras que la metrópoli en su día ignoró por completo, persiguiendo con ello velar por su interés político de dominio y sometimiento colonial hasta los años 1970, cuando Mauritania y Marruecos reivindicaron el territorio saharaui. En esos últimos años de dominio colonial español por primera vez la potencia, de forma tardía y efímera, comenzó una búsqueda desesperada para defender la secular historia ya registrada anteriormente en las obras de los sabios y eruditos saharauis. Esta noticia, que he querido exponer como ejemplo, fue publicada por el periódico ABC en julio de 1975 -desde un cable despachado por la Agencia Pyresa- siendo el Sahara aún provincia del Estado español. Y el titulo escogido por el periódico y publicado en letras mayúsculas era muy contundente en relación a lo que he expuesto anteriormente. “Se descifra un documento sobre la frontera del Sahara y Mauritania”. El contenido de la noticia nos lleva a ese otro registro de la Historia saharaui, que he señalado anteriormente en el inicio de este trabajo[11].

En dicho documento no sólo se rechaza la tesis mauritana delimitando la frontera sur del Sahara occidental, sino que se pormenorizan las instituciones y formas de vida saharauis. El documento descifrado es el «Kitabu El-Badiati» que significa textualmente «Libro del país del nomadeo», del que es autor el chej Mohamed El Maami.

La primera versión fue escrita hace ciento ochenta años. La segunda y definitiva versión, que es la que se conserva manuscrita por el propio sabio, es de hace ciento cincuenta años. Se conserva también una copia posterior de hace cien años, que se ha traducido al mismo tiempo que el original, y ha ayudado a despejar algunos problemas arqueológicos que presentaba el texto. El «Kitabu El-Badiati» describe en unas doscientas páginas, las costumbres, usos religiosos y derechos del Sahara occidental, al que se le denomina «El Badia», país del nomadeo. Señala las diferencias que le separan del «país de Chingueti», ciudad mauritana que aparece citada, textualmente. La tesis mauritana ante el Tribunal de las Naciones Unidas en La Haya sostiene precisamente que Mauritania es y debe ser el «Bilad Chingueti», «país de Chingueti». Pretende Mauritania que el dominio de esta ciudad se extendió al Sahara occidental. En este sentido, el documento del que hoy dispondrá la Delegación diplomática española en La Haya es definitivo: Existió un «país de Chingueti» y al mismo tiempo un «país del nomadeo», «El Badia». La frontera, denominada «Jat Al-Jaof» que significa textualmente «línea del peligro», que existió entre los dos países, la reconocían las tribus de uno y otro lado.

Chej Mohamed Elmami, en su época, a través de esta obra cumbre en la Historia saharaui llamó a todas las tribus para configurar el Estado, al que llamo en su obra Estado Secular. Tal vez así lo definió porque no existían núcleos urbanos ni desarrollo industrial ni económico supeditado por métodos científicos, si no porque se basaba en el trabajo colectivo y la organización pantribal, con un brazo político militar de leyes supeditadas al derecho consuetudinario; dicha confederación tribal derivó en lo que se llamó يد لربعين La mano de los cuarenta, tras la muerte de Chej Mohamed Elmami en 1865.

El poeta Sidi Brahim Salama Uld Eydud, simplemente en esta talaa evoca con amor y esperanza volver a ver lugares de esta patria que les fueron arrebatados. El verso en la cultura saharaui es obra sagrada en la educación, porque conserva la relación con la tierra e interrelaciona con su historia, con el propósito de inculcar el patriotismo en la conciencia del individuo y unirlo a su pasado como un patrimonio al que se debe defender y amar. Es una inequívoca referencia a seguir en todo lo que expone como algo por lo que se debe luchar, padecer, vivir o morir.

يالاللي مزين كان ازراك          لفكح وخليج الواد الـشاك

لكفح وازركات أمعالك                  باطن تيشية وكليـبات

الفولة وام الدكن مشـتا ك                 يلعكل لشهرة ويامات

فاتوا زينين وال تظـياك         اخلاكك وانسـى ذاك الفات

وستكبل سوحل ال تلباك            شور العتابي وادويـرات

فعراكيب الطارف وانصاك          لتواجبل اديار اخيامات

لهالي منزل فالـتـطراك                  الحية فرياظ اعفـيات

والى حد على معلـم تاك             اشوف اخيامات وبـنيات

من شيء يمسح شيء عن لخالك   يشرح ويوسع لخلا كات

ذاك الدهر الماهو لعاك             ما ت الهي يرجع هـيهات

دهر الالمة فيه لفـراك                     فيه حلوات والمرات

من تصريف الحي الخل                 فيا خطواتي مكتوبات

يا ربي باللي فيه الخـير                  رجعني لوكاري مرات

ياهلل انت مول التدبـير                 وانت مجيب الدعـوات

Oh, qué hermosa era la mezcla del color

de las dunas Lefkah y el riachuelo

que corre irrumpiendo en Lefkah,

y qué bello color de dispersos camellos

en la ladera de Tishia,

Gleibat Elfula y Mudeguen.

Oh, evoco inolvidables y hermosos meses

y días que he pasado.

Que no te aflijan los recuerdos

y olvida todo ese pasado,

y ve ligero al sur y al oeste hacia El Atabi,

y a Audeirat en la ladera norte de Taref,

y márchate a los Cerros del Deyar,

donde acampan familiares,

apacibles ganados pastan en campos verdes.

Y si observas desde la cima de las colinas

y ves jaimas y benias[12],

el alma se limpiará de tristeza

y se alegrará el ánimo.

Ya te darás cuenta

que aquellos sosegados tiempos

nunca volverán.

La vida que esconde en sí la separación

tiene su amargura, tiene su dulzura,

como Dios tiene escritos mis pasos.

Dios, devuélveme muchas veces

a mis añorados lugares patrios.

Tú, a quién canto

y tú, dueño del destino,

eres el único

que puede complacer mis plegarias.

Otro poeta saharaui del siglo pasado, Mohamed Abdalahi Uld Mohamed Salem, escribió estos versos, en los que enaltece, como muchos otros de su generación, su patria y moradas de nomadeo familiar.

تريس من مواقع لوطان           الي هي لوطان

ولا انظن ان                     اف تريس للانسان

كون المحب و الجناس             و سفاوت للوان

                           لبياظ و لخظار و لملاف

Tiris, uno de los lugares patrios

que son la patria.

Y no creo que en Tiris,

para su gente,

haya otra cosa que no sea

la amistad, el amor,

y una distinguida amalgama

de blancos y verdes.

En fin, hay infinidad de evidencias y ejemplos de la dimensión del verso en la Historia saharaui. Recuerdo que hará unos cinco años que conocí a Salma Uld Brahim, alias Belga, un sabio y poeta visionario poco conocido por esta faceta, porque escogió otro camino al que le llevaron las circunstancias en estos años del proceso de liberación del Sahara. Fue una noche junto a la antropóloga Elena Hidalgo, que realizaba conmigo un trabajo de investigación para la Universidad Autónoma de Madrid. Esa noche que compartimos con Belga, cenamos y pasamos la velada inmersos en el acogedor ambiente del té saharaui, conversando sobre la cultura hasaní, en especial sobre el verso histórico que ha quedado registrado en la memoria de la gente a lo largo de los siglos. Belga me contó que escribió en los años 1970 muchos versos, que pocos entendían entonces por su alto contenido político anticolonial, escondido por el poeta entre líneas por temor a ser perseguido por el régimen colonial. Belga me contó que escribió un poema, emitido en un programa de literatura que se daba en la Radio de El Aain en aquellos años, y que con estos versos fue el primer saharaui en su época que criticó el colonialismo y el tribalismo, considerándolos como una peligrosa lacra de desunión. Y en sus palabras, que aún me suenan muy cercanas, me dijo: «Debo sentirme satisfecho de ser el primer saharaui en proscribir el tribalismo mucho antes que apareciera de forma oficial abolido por ´Egbinaha[13]´, el Frente Polisario, durante nuestro proceso de liberación. Verás que con estos versos he sido el primer saharaui que reniega del tribalismo y resumo mi crítica a esta lacra social haciendo mi llamado al pueblo a unirse en torno a la unidad de Uad Saguia y los cien riachuelos de los que se alimenta. Con eso quería explicar nuestra unidad nacional y la cohesión de toda la sociedad saharaui en un solo punto de convergencia, que es el Frente Polisario, que llamo en el poema como Egbinaha».

Alabado sea Dios.

Del Río Saguia bebe el Sahara.

Y de todos sus riachuelos Saguia bebe.

Hoy saludo a todos los ríos de Saguia,

porque sobre uno de sus cien ríos

todos en uno desembocan.

El clásico Salama Uld Eydud, por su apego a la belleza de su entorno geográfico y modo de vida beduino, divergió con el poeta Yedehlu Uld Esid por abandonar su modo de vida tradicional que practicaba en el desierto, para abrir nuevos horizontes en un mundo más moderno y de nuevas oportunidades. Esta discrepancia literaria produjo un antagónico debate entre las dos grandes figuras de las letras saharauis y condujo a un auge sin precedente en la literatura hasania, confirmando una vez más esa singular doctrina del verso en la cultura saharaui: comprometido, crítico, histórico, orientador y conservador de los valores morales que imperan como reglas educativas dentro de la cultura y moral saharaui. Para expresar en público los versos que forman parte de esta talaa y verlos registrados para el futuro, solo cabría hacerse en los siguientes términos poéticos, tal y como Salama los expuso en aquellos años de avatares políticos y de dominio colonial. Tal vez como una última voluntad, el poeta quiso que estos versos quedaran inmortalizados para quien en algún momento pudiera dudar de su intrínseca relación con la cultura e identidad saharaui. Y tal vez fuera el más sublime mensaje dirigido a las presentes y las futuras generaciones saharauis. Por lo tanto la fidelidad del verso en su dimensión antropológica e histórica queda patente una vez más en este registro de la memoria saharaui en el que sólo son protagonistas la tierra, su belleza, su climatología y la palabra del poeta como fiel registro que les une a esa patria.

كولو ال جدهلو عن مسحوب                                ذلوكر الي يشر ح لقلوب من تشي الين المحجوب

للكتم لعكيلت ديان مسحوب املي باشبشوب              و مسحبين اركاب اشركان ولي من فم الي عركوب

لكلات و مكف درمان هذ فيه ازمان و مطروب       لهن و الكمر و السيحان و كولول عن مزال اركوب

البل في الصحرء و البظان و انا                                         عند من وجه الراي اعليه انو يتكدم جي

                                        لاحكة من جميع اشيء يسدر هون اف ذو لوطان

Díganle a Yedehlu que esta morada

que limpia el alma es todo agua,

desde Tishia hasta El Mahyub,

del Guetma al pozo Deyan.

También agua en Bashabshub

y en los montes de Ergab Ishirgan.

Llovió desde allí

a la ladera sur de Leglat,

al norte de Derraman.

Y en este lugar en sí,

su gente desborda alegría,

gozo a plena luna y trashumancia.

Y díganle que aún en el Sahara

hay jinetes y hombres de letras,

y yo lo que le puedo aconsejar,

entre otras exhortaciones,

es que venga por aquí,

que ya debe hacer su paseo

en estos lugares de patria.

Se define como tradición oral a las normas a transmitir desde antiguos tiempos, mucho antes de nuestra cultura contemporánea, con todas sus manifestaciones, la experiencia y las tradiciones de una sociedad a través de fábulas, cantos, rezos, leyendas, mitos, conjuros, relatos, etc. En tal sentido cabría señalar un ejemplo que protagonizó la estudiante saharaui Fatma Mint Ahmed Uld Abdesalam que cursaba secundaria durante los años 1970 en la histórica ciudad cultural saharaui de Smara, donde la niña vivía con su familia y estudiaba. Fatma participó en un concurso literario para cantar lo que formaba parte de su cultura, tal y como le fue transmitido desde la oralidad por sus antepasados. Y con trece años, en 1974, ganó el X Concurso Nacional Literario en lengua castellana para la Juventud saharaui. Lo hizo con este bello poema, dedicado a la ciudad cultural y religiosa de Smara, fundada por el sabio y teólogo Chej Malainin en 1898. Muchas generaciones saharauis no conocen la alcazaba de Smara, ni saben de la historia del aquel romántico francés llamado Michel de Vieuchange. El viajero francés, después de un aventurero y accidentado recorrido, procedente de Marruecos, entonces colonia francesa, pudo atravesar las fronteras y entrar en el Sahara Occidental. Alcanzó a ver la alcazaba de Smara y después de tres horas de estancia la abandonó dejando un mensaje en una botella que rezaba “Ver Smara y morir”. Aquella nota fue localizada un año después de aquel viaje, en 1934, por los militares españoles de la época. Y “Ver Smara y morir”, no pudo ser más que un noble verso, registro de una singular hazaña romántica, un ingrediente más que potencia la dimensión del verso antropológico en la literatura saharaui. Vieuchange murió de disentería entre los brazos de su hermano, a los pocos días de regresar a su punto de partida, Agadir, en el entonces Marruecos francés. Y Fatma posiblemente nunca supo de esta leyenda literaria sobre la ciudad de la que tanto le hablaron sus padres y abuelos y que ella también homenajeó en estos versos.

Eres la cuna feliz de mis abuelos,

santa entre las santas, Smara.

Caduca está tu gloria

pero no de mis sueños alejada.

Tus piedras, vieja señal

de esplendor en otros tiempos,

están viejas y altaneras

resistiendo el embate de los tiempos.

Dime por qué, triste desierto,

no ayudaste a triunfar

el gracioso verdor de sus palmeras.

Canto la gloria inmensa que se encierra

en tus minas llorosas, desoladas

prendas de otro tiempo de añoranza.

A lo largo de este trabajo he ido desglosando de manera muy breve el tinte antropológico relacionado con el verso en la memoria como fiel registro en la cultura saharaui. Y son inagotables los ejemplos que se desprenden en este contexto, como éste que aparece en la biografía del difunto poeta clásico saharaui Abdelahi Uld Mohamed Salem, versos que escribió en un anecdótico viaje a la Mauritania francesa durante los años 1950. El poeta se dirigía a su dromedario de montura que estaba encerrado por los militares franceses en un corral, tras asestar una coz a un avestruz criado por un alto cargo militar colonial francés, causándole una fractura en una pata. Y sin estos versos nunca se habría guardado con toda belleza esa historia que encierra el diálogo entre el amo y su camello. El dromedario se llamaba Shiak (ilusión). A Mohamed Abdelahi, el visitar a su dromedario y verlo encerrado en un corral con los ojos llorosos le dolió infinitamente en el alma y le motivó a escribir este poema en el que animaba en un íntimo diálogo a su dromedario a que no llorara, y le anunciaba que pronto partirían los dos a su patria y verían aquellos lugares que tanto anhelaban amo y dromedario.

Shiak, detén tus lágrimas,

préstame atención

apaga la tristeza y no llores. (…)

(…) Tu ánimo se recobrará

cuando veas lucir

a lo lejos Lareiguib.

(…) Desde Teniuleg no tendrás

que preguntar por Azaig,

porque ahí está, lo tienes enfrente,

y desde Azaig solo dista un trote

llegar a Tuizerfat.

El poeta Badi Mohamed Salem, hermano de Mohamed Abdalahi, nos confirma esta intención acerca del poeta y el verso en el registro de la memoria colectiva de pueblos y culturas. Lo explica en este planteamiento, según su parecer: «No hay poeta que pueda agotar la poesía, agotar sus caminos y sus posibilidades. Son los poetas los que acaban, ellos mismos, con esos caminos. Y ¿por qué? Por la falta de investigación y por las prisas».

Por lo tanto, se puede decir que el pasado y presente antropológico en el verso saharaui, es fruto de la evolución y maduración que ha adquirido la sociedad, desde la Primera Edad de Oro registrada en el siglo XVIII en grandes obras como la de Chej Mohamed Elmami, Uld Tolba, Mohamed Uld Mohamed Salem y Shmeidra Uld Habibulah. Y si nos referimos al presente encontramos la denominada generación de la Tercera Edad de Oro en la literatura saharaui, con distinguidos referente del verso y la erudición, como Salama Uld Eydud, Yedehlu Uld Esid, Badi Mohamed Salem, Beibuh El Hach, Salma Brahim Belga, entre otros grandes de las letras saharauis contemporáneas. En ambas edades literarias el pasado y presente antropológico cultural saharaui está vigente, como lo expone el profesor de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid Juan Carlos Gimeno: «Para mucha gente la “cuestión saharaui” parece una cosa del pasado, instalados como estamos en lo que pensamos es una nueva fase de la evolución del mundo, la globalización». Y de ese pasado y presente de evolución que ha quedado registrado en la Historia del Sahara Occidental como inequívoco rastro del pasado, presente y futuro de una cultura, tratado desde la visión de un antropólogo, queda patente la lucha que se libra por él en sus distintas etapas y periodos. «Todos estos lenguajes de emancipación no pueden verse simplemente desde lo local, aunque tampoco deben ser vistos como lenguajes ‘universales’ al margen de los contextos concretos en que son producidos, apropiados y gestionados. Es considerando ese entramado complejo, interrelacionado dialécticamente, entre lo local y el mundo más amplio lo que permite abordar otro tipo de comprensión del conflicto del Sahara, vinculándolo a los significados, históricamente cambiantes, de las formas sucesivas y solapadas, de emancipación social que han justificado las prácticas de los hombres (y las mujeres) en este territorio». Por lo tanto el futuro por el que el pasado saharaui obró fielmente es hoy el verso en su presente evolutivo y de emancipación social y de progreso que aborda la cultura y sociedad saharauis en su conjunto.


[1] Escritor y poeta. Profesor honorario antropología social Universidad Autónoma de Madrid.

[2] Túnica tradicional del hombre usada con exclusividad en el Sahara Occidental y en Mauritania.

[3] Prenda tradicional de vestimenta para la mujer saharaui y la mauritana.

[4] Tienda de campaña tradicional, tejida de la lana del camello y de una concreta raza caprina, usada en el Sahara Occidental y en Mauritania.

[5] Poema extenso que se construye sobre tres versos conocidos por hmar azlaza, las tres estrofas rojas, que son reglas para la construcción de talaa.

[6] Maynun Laila, “el loco por Laila”, es el personaje de la obra cumbre en la literatura árabe, conocida en Occidente como Romeo y Julieta. Maynun Laila, es la obra ficticia y anónima en la literatura árabe.

[7] La palabra en hasania لغنى legna se entiende por la escritura del verso y no a la música como a veces es confundida la acepción. بادي امغني اكبير Badi es un gran poeta, el término se usa para definir el poeta.

[8] En hasania esta palabra nombra a hombres expertos en la geografía y orografía que, a lomos de camellos, buscan la localización de pozos de agua o del lugar de precipitaciones de las nubes.

[9] Taarguiba es una dote, que conserva la mujer saharaui, como valor de su cultura y tradiciones, que el marido debe realizar cuando entre los dos se diera un problema que provoca el enfado de la mujer y su marcha a su familia; ya sea por celos, infidelidad del hombre o cuestiones de otra índole social. El hombre, para reconciliarse con su pareja, debe comprar un camello y sacrificarlo ante la familia de la mujer, enviar mediadores e invitar a quien quiera participar a festejar su reconciliación si la mujer acepta.

[10] Los espíritus ocultos que son los demonios.

[11] Bajo el titular “Se descifra un documento sobre la frontera del Sahara y Mauritania” el diario refería como “acaba de descifrarse hoy un documento en el que se establecen con claridad las fronteras históricas que separaron el Sahara occidental de Mauritania. Declara el documento, que el Sahara era independiente, soberano y poseía un sistema propio de Gobierno democrático denominado «Yemaa» o Asamblea General. Este documento es más importante que el Acta de las tribus Izarguien, Ulad-Delim y Arosien, aparecida en la semana pasada, por la que se establecía la frontera norte del Sahara, refutando así la tesis que Marruecos mantiene ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya” (ABC, 3/7/1975).

[12] Forro blanco que se pone en el interior de la jaima para evitar filtraciones de polvo, y que en algunas circunstancias se levanta como una tienda de campaña provisional, sobre todo para los recién casados mientras que en sus primeras semanas seguían con la familia de la novia.

[13] El pseudónimo que utilizó ese erudito en la época colonial para referirse al Frente Polisario, y Egbinaha, es el nombre de una chica, y significa a la vez “La hemos aceptado”, en alusión a la adhesión del pueblo entorno al movimiento de liberación nacional saharaui Polisario.