21-12-2009
Tribuna. El Foco. Francico Muro de Íscar
Hasta 1966 las mujeres españolas tuvieron vedado el acceso a la carrera judicial. Hasta 1971, con un pequeño paréntesis entre 1931 y 1944, a las mujeres les estuvo prohibido ingresar en el cuerpo de notarios. En la democracia solo ha habido una ministra de Justicia y, salvo excepciones, casi todos los cargos son ocupados por hombres. En los grandes despachos de abogados, apenas hay un quince por ciento de socias frente al ochenta y cinco por ciento de socios. Ninguna mujer preside uno de esos diez o veinte grandes despachos. En la Abogacía institucional, hay once mujeres decanas de Colegios de Abogados o consejeras, el doce por ciento. Y sin embargo, en la base de la pirámide de las carreras judicial, fiscal, de la abogacía y hasta de los secretarios judiciales, entre un 55 y un 65 por ciento son mujeres. La feminización de la justicia está en la base no en la cúspide.
Es difícil visualizar a las mujeres en el mundo jurídico. Por eso es noticia que una abogada joven haya demostrado al mundo que puede ser el mejor apoyo para su cliente. Que su consejo, sus conocimientos, su independencia y su deontología son suficientes para enfrentarse a la presión internacional de Gobiernos democráticos y de otros que no lo son. Y que aunque su defendida sea una mujer tan indefensa como firme, tiene derechos que no pueden ser ignorados por nadie si cuenta con una defensa adecuada. Ni por los más poderosos. Me refiero, es obvio a Aminatu Haidar y a Inés Miranda, la abogada canaria que ha estado al frente de su defensa.
Es posible que los Gobiernos de Marruecos, sobre todo, y hasta de España minusvaloraran inicialmente a Aminatu y a su abogada. Seguramente pensaron que esa locura de una activista pro derechos humanos y de su abogada no iba a ningún lado. Que Dios les conserve la vista. Haidar no se doblega y Miranda está curtida en esta historia y conoce muy bien el terreno jurídico que pisa. Desde 2002, Inés Miranda coordina la Misión de Observadores del Consejo General de la Abogacía Española. Junto a otros muchos letrados españoles voluntarios han apoyado a sus colegas saharauis, han logrado reducciones de condenas, han conseguido que muchos condenados salieran de la cárcel y han presentado ante la ONU varios informes de enorme trascendencia.
Inés fue premiada en 2006 por la IBA, la mayor asociación de abogados del mundo, por su labor en defensa de los derechos humanos. Era la primera abogada española distinguida nunca por esta asociación. Si Aminatu era la razón y el corazón de una causa, Inés Miranda ha sido la mejor consejera en la lucha de David contra Goliat, en la defensa de los derechos fundamentales, irrenunciables, de una persona de bien. Sólo buscaba que se cumpliera la ley. Y afortunadamente, así ha sido. Como dice esta abogada canaria, «Aminatu no ha dicho nada que no haya hecho y no ha hecho nada que no haya dicho». Ella tampoco.